La brecha generacional en la política: una clase dirigente sin hijos y sin sintonía con la realidad
La política chilena y mundial atraviesa una crisis de representación. En un escenario donde la sociedad enfrenta desafíos crecientes en educación, salud y economía, la clase dirigente parece cada vez más desconectada de las verdaderas necesidades de las familias. Un fenómeno interesante dentro de esta crisis es la falta de descendencia entre muchos de los actuales líderes políticos, lo que podría estar contribuyendo a una desconexión con los problemas cotidianos de la mayoría de los ciudadanos.
Políticos sin hijos: una falta de perspectiva familiar
Históricamente, la familia ha sido el núcleo central de la sociedad, y los responsables de tomar decisiones han estado inmersos en una realidad donde criar hijos conlleva preocupaciones concretas: la calidad de la educación, el acceso a la salud, la seguridad y la estabilidad económica. Sin embargo, la nueva generación de políticos parece haber quedado atrapada en un estado de "Peter Pan", donde el concepto de adultez plena, con responsabilidades familiares directas, es cada vez más ajeno. Esto plantea una interrogante clave: ¿Cómo pueden formular y aplicar medidas eficaces en áreas fundamentales si no tienen una comprensión vivencial de estos problemas?
Desconexión con las necesidades sociales
Uno de los efectos más evidentes de esta falta de conexión es la elaboración de políticas públicas que no responden a las necesidades reales de la ciudadanía. La educación es un claro ejemplo: mientras miles de padres luchan por acceder a una educación de calidad para sus hijos, los diseñadores de políticas educativas parecen abordar el problema desde una perspectiva técnica y no emocional. No sienten en carne propia la frustración de ver escuelas con infraestructura deficiente o profesores con condiciones laborales precarias.
Lo mismo ocurre en otras áreas críticas, como la distribución de recursos públicos. En muchas ocasiones, las inversiones se destinan a proyectos con un fuerte componente ideológico o de imagen política, en lugar de atender necesidades urgentes como la seguridad ciudadana, el acceso a la vivienda o el fortalecimiento de los sistemas de salud primaria.
Un liderazgo que no proyecta futuro
Tener hijos no es un requisito para ser un buen líder, pero la falta de una perspectiva generacional a largo plazo puede traducirse en decisiones cortoplacistas y medidas sin impacto real. Los padres, por naturaleza, piensan en el futuro, en cómo sus decisiones de hoy afectarán a sus hijos mañana. Un político sin ese horizonte podría tener menos incentivos para impulsar reformas estructurales o garantizar el bienestar de las futuras generaciones.
¿Cómo pueden gobernar mejor?
Si la clase política actual quiere recuperar la confianza ciudadana y gobernar con verdadera empatía, debe desarrollar mecanismos que le permitan acercarse genuinamente a la realidad de las familias chilenas. Algunas medidas urgentes podrían ser:
- Participación ciudadana real: No solo a través de encuestas y estudios, sino con instancias permanentes de diálogo con organizaciones de padres, profesores y trabajadores.
- Experiencia en el mundo real: Políticos que han pasado directamente por sistemas de salud pública, colegios municipales o que han trabajado en el sector privado pueden aportar visiones más cercanas a la realidad.
- Un enfoque generacional: Independiente de su situación personal, los líderes deben adoptar una mentalidad de legado, entendiendo que su gestión no solo afecta el presente, sino también el futuro del país.